Cerro Perito Moreno (Patagonia Ski Trip 2022, III)

A esta altura (tercer artículo) ya saben lo de “Rumbo Sur…”. Y si no, los invito a leerlo en los artículos anteriores.

Viene de: Patagonia Ski Trip 2022: Catedral (etapa II)

Cerro Perito Moreno es una joyita escondida en Los Andes Patagónicos profundos. Un pedazo de paraíso blanco para los amantes del esquí y el snowboard. Pero también es un centro de esquí en contínuo desarrollo y crecimiento. Por estos tiempos, instalado cómodamente como uno de los ocho grandes de Argentina. Se encuentra en cercanías de la hermosa localidad de El Bolsón, a unos 100 km de Bariloche.

Y ese fue nuestro destino para la cuarta jornada de esquí de nuestro viaje patagónico. Un destino que encaramos con alegría desde la salida misma de nuestro alojamiento allá por el kilómetro 6 de la Bustillo, en las afueras de Bariloche. El Perito Moreno tenía para ofrecernos nuevos medios de elevación, nuevas instalaciones y hasta ¡nuevo sector de pistas!. Y los paisajes desde la Ruta 40, paradisíacos, sin exagerar ni un poquito así (enfrenten las yemas de los dedos pulgar e índice separados por un centímetro más o menos). Claro que “la Ruta 40” en el tramo a recorrer hasta cercanías del Cerro, tiene dos caras: la de los paisajes que decíamos… y la del estado de la cinta asfáltica. Argentina 2.022. Alguna vez será mejor.

LLegar hasta el pie del Cerro, hasta el amplio estacionamiento trazado (no falta lugar para estacionar, tal vez sea el único centro de esquí del país del que se pueda decir esto), es una pequeña aventura en sí misma. Varios kilómetros de camino de tierra. Curvas, subidas, bajadas (sin precipicios) y luego de lluvia o nevadas, obviamente barro y pozos. Mejor en camioneta, los autos con paciencia llegan igual sin grandes dificultades.

Se llega y ya se respira un ambiente diferente. Menos masivo, más intimista. Básico aunque no precario. Instalaciones en base justas: las necesarias, funcionales, suficientes.

 

Lo mejor del Perito se vive desde el retorno de la primera telesilla hacia arriba. “Telesilla 1” no dice mucho. Ni el nombre, ni el medio de elevación en sí. Con años de antigüedad sobre sus hombros (pero no sobre su cable), nos regala una primera pintura de las particularidades de la montaña, El Refugio. Telesilla 1, Postal 1. Y lo digo de nuevo, la puerta de entrada a todo aquello que hace de esta montaña un lugar de visita obligada para esquiadores y snowboarders.

 

 

Día frío. De esos que postergan las fotos a mano desnuda para después.
Por eso la nieve desde el retorno de la Telesilla 1 hacia las cotas superiores estaba muy muy bien, y así se mantuvo durante el día.

 

 

La Pista Leo Rudolph (la roja que discurre a la izquierda del T-bar), un pistón a mi modo de ver, estuvo ocupada hasta medio día por competencia. Igual hacia el final del día pudimos disfrutarla. Y si digo recién al final del día fue porque lo que nos esperaba después de medio día fue memorable.

El resto todo abierto hasta la base, aunque las condiciones en la parte baja de la montaña no eran perfectas. Nieve papa revuelta, especialmente en las curvas… piernas sufriendo.

En cuanto a los paradores que nos ofrece el cerro, de lo más conveniente del mundo del esquí argentino en cuanto a precios: por ejemplo un choripán con una porción de papas fritas (compradas aparte) y una gaseosa $1700. Son tres, abajo (base), al medio y arriba. Suficientes para la demanda.

 

Fue nuestra  segunda vez en el cerro y los cambios se notan, aunque el telesquí Plateau Oeste (la última ampliación de la montaña) estaba a algunos días de ser habilitado. ¡Igual nos dimos el gusto de conocer ese sector, que fue todo para nosotros!. Vehículo con orugas y la nueva zona esquiable, hacia el Oeste del Plateau, nos permitió disfrutar hasta los confines mismos del dominio esquiable.

 

Esta zona tiene un potencial enorme. Ya tiene pistas verdes, azules y rojas que están trazadas, y a las que se llegará a través del mencionado telesquí. Y más aún por demarcar, dejando volar la imaginación de los expertos que trabajan para el dominio esquiable. En un futuro seguramente cercano negras heavys y canaletas sólo para valientes, a las que se accederá mediante otro telesquí (a instalarse). No nos queríamos volver, pero tampoco se podía abusar de la hospitalidad de nuestros anfitriones.

 

 

 

 

 

Y fue hora de dejar el Cerro Perito Moreno, con una sonrisa digna de niño con juguete nuevo. Mejor decir, digna de esquiador que conoce laderas nuevas.

La siguiente sería nuestra última jornada de esquí de este viaje, nuevamente en Cerro Catedral. Después de eso, regreso a nuestra Mendoza natal en medio de nevadas y lluvias casi constantes. Pero también colmados de recuerdos felices.